Page 81 - Reflexiones sobre San Jose
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La vida de José sugiere que la experiencia de cada Es un Dios escondido, pero no ausente, tal vez porque al
hombre y mujer es una comparación continua con el cielo. Todopoderoso le encanta ponerse mas no imponerse. Este
La venerable Anne Marie Medeleine Delbrêl, mística y también es un aspecto que acerca a este hombre manso a
poetisa francesa escribió que “cada pequeña acción es tantos que luchan, a pesar de las adversidades de la vida,
un evento inmenso en el que se nos ha dado el paraíso, por mantener la fe y seguir creyendo y esperando.
en el que podemos dar el paraíso. Qué importa lo que
tengamos que hacer. Todo aquéllo que hacemos, no es José se dejó conducir por el Señor. El carpintero de Nazaret
más que la corteza de la espléndida realidad, el encuentro nos encamina hacia una santidad anónima y no ostentosa,
del alma con Dios, renovado cada minuto, cada minuto no hecha de hazañas heroicas, sino que se expresa en
aumentado en gracia, cada vez más hermoso para su lo pequeño, en lo cotidiano, en lo habitual: “si el pecado
Dios”. Para esta mujer de nuestro tiempo, incluso los es la banalidad del mal, la santidad es la normalidad del
compromisos y los inconvenientes son ocasiones en las bien”. Cuanto más nos acercamos a Nazaret, más crece
que Dios y los hombres se encuentran: “¿Tocan? Rápido Dios en el mundo. La fe tiene que ver con la vivencia
nos vamos a abrir: es Dios quien viene a amarnos. ¿Una diaria de cada persona y familia. A nosotros que vemos
información? Aquí está: es Dios quien viene a amarnos. lo agotador que es la vida cotidiana y que a menudo nos
¿Es hora de sentarse a la mesa? Vamos: es Dios quien cuesta conectar la fe y la vida cotidiana, José nos enseña
viene a amarnos. Dejémosle hacer”. Es una característica que toda realidad humana puede convertirse en signo de
que la acerca a muchos buscadores incansables de la la presencia de Dios. En cada acción, en cada momento
“vida plena”. se puede reflejar una realidad más grande. Por esta razón
José sigue siendo uno de nosotros.
Otro motivo que hace que este “gigante de la fe” no esté
lejos de cada ser humano nos lo sugieren los relatos sobre
la infancia de Jesús. El Hijo de Dios nació en un contexto
difícil y complicado, como la existencia de tantos hombres,
comparable a un péndulo que oscila entre momentos
felices y tristes. Los dolores y alegrías de San José
recuerdan esta alternancia de alegrías y sufrimientos.
Me pregunto cómo deben haber sido los pensamientos
de José en los días en que Dios decidió hacerse hombre
entre los hombres. Seguramente, no muy lejos de nuestros
pensamientos cuando hacemos todo lo posible para no
perder la fe ante situaciones cada vez grandes, capaces
de descubrir certezas y convicciones sin piedad, como
la muerte de un ser querido, la pérdida de un trabajo, o
el surgimiento de una enfermedad grave. José se cruza
continuamente con Dios porque ha elegido dejar que la
vida hable. Todas las veces que los eventos narrados por
los Evangelios parecen negar lo que el ángel en sueños le
había comunicado a nuestro carpintero de Nazaret, sobre
todo que “no temáis”, Dios interviene. Como en la vida
de José, también en la nuestra quizás podamos hablar
de un Dios oculto, quizás silencioso, pero ciertamente
no ausente: se necesita estar en grado de interceptarlo.
Es una tarea difícil, más no imposible, siempre que se
mire cada vez más profundamente sin detenerse en la
superficie de los eventos.
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