Page 49 - Reflexiones sobre San Jose
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Desde hace tiempo ha cambiado no solo il contexto en que   madre amorosa, pero también queremos ser escuchados
        vivimos, sino ha cambiado nuestra misma concepción di   en él y nuestras razones por un padre silencios.
        Dios y las formas de relacionarnos con Él.

        Un tempo la obediencia significaba sumisión incondicionada   Sabemos que un superior tiene, sí, la gracia del estado,
        a las mediaciones entre los hombres y Dios: la Iglesia,   pero esto no lo convierte en un ángel, no le impide ser
        los Superiores, autoridades varias etc. El  modelo era,   un hombre sujeto a sus defectos y cada impulso de
        por así decir, él de la obediencia del niño, anclada a una   ambición, de hacer una carrera, de protagonismo, de tener
        malentendida infancia espiritual. Hoy  estamos llamados   dinero, de halagar a personas que son de alto nivel y así
        a una obediencia inteligente y efectiva, que se traduce in   sucesivamente.
        responsable participación. Somos humildes reconociendo
        que estamos todavía lejos. Teniendo en cuenta la imagen   Por otra parte, incluso  la Iglesia,  estimulada  por el
        que hemos adoptado, no somos más niños, porque hemos   estallido de escándalos como el “caso Maciel” parece
        perdido la inocencia:  los defectos que encontramos  en   haber repensado su praxis consolidada de dar siempre la
        las personas y en las instituciones no nos permiten más   razón al superior, ¡que lo diga que también es un hecho
        aceptar acríticamente como antes, pero aún no hemos   de  crónica  de  nuestro  pasado  más  reciente! Así  como
        llegado  a ser adultos  capaces  de  manejar  nuestras   los miembros de una comuna están, sí, movidos por el
        relaciones con madurez y de asumir las consecuencias   deseo de servir a Dios con más autenticidad, sin embargo,
        de nuestras decisiones. ¿Entonces qué somos? Diría que   se ven obstaculizados por el egoísmo, por el orgullo, el
        somos adolescentes: no más niños, por todavía no adultos.   individualismo, la indiferencia hacia los demás, etc.
        Cuando decidimos “permanecer en el Templo”, queremos,
        por supuesto, escuchar las palabras de ternura de una



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