Page 70 - Reflexiones sobre San Jose
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de dar a la tierra vidas sin sentido que serán infelices? En espiritual de la paternidad” . San Bernardino de Siena
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cambio, por la misma época un gran pensador cristiano, afirma al hablar de San José, que cuando Dios escoge
Gabriel Marcel, veía en el origen de la familia el secreto a una persona para una determinada misión, le concede
para construir una existencia verdaderamente humana. todas las gracias necesarias para cumplir con ella. “Así,
al no ser concebible que a una misión tan sublime, no
En los padres que lo aman y cuidan de él, el ser humano correspondan las cualidades exigidas para llevarla a cabo
descubre desde pequeño, la fidelidad y la esperanza, de forma adecuada, es necesario reconocer que José tuvo
cuando se sabe querido, se va formando la conciencia hacia Jesús, por don especial del cielo, todo aquel amor
de que su vida humana es algo muy valioso, un tesoro natural, toda aquella afectuosa solicitud que el corazón de
sagrado que nadie puede arrebatarle. un padre pueda conocer” .
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Sin embargo, el mundo necesita un Padre. O mejor, precisa Dios ha encontrado en la tierra a dos perfectos
descubrir a Dios en su calidad de Padre. Es en el Nuevo colaboradores de su obra maestra. Como María, también
Testamento, donde esta Buena Noticia, esta Novedad, José forma parte integrante del misterio de la salvación.
revelada por el Hijo, y que es esplendorosa, ¡Yahveh!, el Podemos emplear una expresión que el padre de la Iglesia
impronunciable, el Absoluto, el Eterno, ¡El Sadday!, es San Ireneo, usó hablando de la Trinidad: Como en el cielo
para siempre ¡ABBA! (“Porqué les he dado a conocer, todo Dios actúa con dos manos que son el Hijo y el Espíritu
lo que le oí a mi Padre”) (Jn. 15,12-15). Un Padre que Santo, así en la tierra actúa igualmente con dos manos
no es solamente Creador, Liberador de su Pueblo, Aliado, que son María y José. “Su paternidad se ha expresado
Legislador, Juez y Señor. No es sólo Soberano de todas concretamente al haber hecho de su vida un servicio,
las cosas, sino que ante todo es Padre. Y al servicio de su un sacrificio, al misterio de la encarnación y a la misión
Paternidad ha subordinado todo el resto. redentora que está unida a él; al haber hecho uso de la
autoridad legal, que le correspondía sobre la Sagrada
Considerando esta gran vocación y misión de San José, de Familia, para hacerle don total de sí, de su vida y de su
ser ‘ministro de salvación’ con el ejercicio de su paternidad trabajo, al haber convertido su vocación humana al amor
humana de fe, de justicia y de amor, resulta incalculable la doméstico con la oblación sobrehumana de sí, de su
riqueza de la reflexión teológica y en espíritu de oración, corazón y de toda capacidad, en el amor puesto al servicio
que se vuelve inagotable para el curso de los siglos, por su del Mesías, que crece en su casa” .
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cercanía al Misterio de Cristo y de su Encarnación. Pero
reflexionemos al menos, en aquéllos puntos sustanciales Así, José de Nazareth es una revelación particular de la
que son tan significativos para nuestra cultura actual, en el dignidad de la paternidad humana. En la luminosa figura
ejercicio de la paternidad. de San José, se nos concede vislumbrar, la relación
profunda que existe entre la paternidad Divina y la
EL SERVICIO DE LA PATERNIDAD DE SAN JOSE, paternidad humana.
REVELADOR DEL AMOR DEL PADRE DEL CIELO.
El Hijo de Dios, el Verbo Encarnado, durante los primeros
treinta años de su vida terrenal permaneció escondido:
se escondió bajo la sombra de San José. En la Casa de
Nazareth, “Jesús les estaba sometido” (Lc 2,51) a ambos
a José y a María, así como un hijo está sometido a sus
padres. Sólo José y María conocen su Misterio, viven
este Misterio en forma cotidiana. El Hijo del Eterno Padre,
es considerado, delante de los hombres; como el ‘hijo
del carpintero’ (Mt 13,55). Así, “En San José el Padre 2 SS. Juan Pablo II, Audiencia, 19 de marzo de 1980.
Celestial ha expresado sobre la tierra, toda la dignidad 3 Redemptoris Custos n°8 SS. Juan Pablo II
4 SS PAULO VI, Alocución (19 de marzo de 1966): Insegnamenti, IV
(1966), p. 110
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